De antemano he de pedir humildes disculpas por mi ignorancia y desconocimiento de las cosas más cercanas. Uno de los objetivos de este blog era descubrir nuevos lugares, nuevas miradas sobre las cosas. A veces sin imaginar que mi ceguera era tanta.
Serón comparte con Tíjola, muchas más cosas de las que podemos apreciar a simple vista. O quizás esa primera vista, sea algo miope, porque si no es dificil entender que seamos unos desconocidos. Su historia, la de ambos pueblos, está unida ineludiblemente. Y es facil apreciar que del conocimiento mutuo podemos enriquecernos y entendernos mejor.
No se, ni me interesa, cuando y porqué comenzó esa rivalidad entre los dos pueblos. Pero es bueno alejarse, ver otras realidades, ver otros mundos y desposeernos de nuestro pequeño mundo, y volver al origen, y apreciar lo que te rodea con una mirada nueva. Creo que ese ha sido el motivo de mi descubrimiento tardío de Serón; y de ahí mi sorpresa; y de ahí esta entrada.
Los que no somos de Serón, siempre decimos con cierta sorna "que bonito es ... de lejos". Lo es. De lejos y de cerca. Pasear por sus calles más antiguas y pegadas al castillo, hace que te traslades a epocas lejanas, que el tiempo se pare, que tu mirada no se centre en el castillo o en la torre de la iglesia, sino en las magníficos paisajes que lo rodean. Quiero pensar que la razón para asentar el pueblo en este lugar no solo fue cuestión de estrategia defensiva, sino que la panorámica enamoró a los que tomaron esa decisión. Como enamora a todo el que la comtempla, ya sea en plena floración de almendros, o con un manto de niebla posado sobre el valle.
Senderos como el de la Alconaiza, ayudan a agrandar aún más su belleza, y más si es un año de lluvia y nieve, que hace que el río tenga un sonido más alegre. Y más si llovizna levemente y tienes la suerte de que el arcoiris una cuan puente el pueblo blanco con los verdes bancales.
Así que si. Me confieso como uno más de los muchos admiradores de Serón. Un tijoleño.